Saturday, November 18, 2006

IV

Echó una ojeada a las secciones de alrededor para cerciorarse de que allí no había ningún vinilo de Charlston. Cuando estuvo segura, buscó de nuevo un dependiente para preguntar otra vez. El problema entonces fue que en la planta baja parecía no haber ninguno. Le dio por el culo tener que subir las escaleras, pero al final se resignó y volvió a la planta principal. Allí, casualmente, el primer dependiente con el que se cruzó fue el chico del acné. Le repugnó tener que dirigirse a él de nuevo, pero no había tiempo para buscar a otro.

- Discúlpame otra vez, pero es que me han enviado a la sección incorrecta…me podrías decir dónde se encuentra la sección de clásicos del jazz.
-Señorita, le he dicho que estaba ocupado, pregunte a cualquier otro dependiente.

Entonces todo fue muy rápido.
Joyce, tuvo un brote esquizofrénico.

“Montón de estiércol petulante, pseudo-encargadillo de mierda, no creas que llevar ese chaleco te da la autoridad moral suficiente como para no tener que dar explicaciones a tus clientes. – Empezó Joyce sin perder la calma, con un ritmo pausado y medido, voz tierna con atisbos de sutil insolencia.- A casi todos pasa lo mismo- Se le escapó una sonrisa cínica por debajo de la nariz a la vez que ladeaba la cabeza reacción fruto de su incredulidad-: cuanto más feos e infelices sois, más necesidad tenéis de escudaros en todo aquello que simboliza el poder y el éxito. A ti te pasa eso con tu uniforme. Me llena de tristeza reconocer que no soy capaz de encontrar una solución a tu situación. Dentro del grupo de los feos, están los feos necesitados de un Reconocimiento Social Excesivo (RSE). Este tipo de gente, entre la que tú (con tus granos) te encuentras, sufre un ansia endémica por escalar hacia el prestigio profesional y personal a cualquier precio. Sois gente mala.”

Joyce y el chico ahora se encontraban rodeados de una docena de gente aproximadamente, que voluntaria o involuntariamente había escuchado la pequeña exposición de la muchacha. El empleado de cara cubierta de acné no supo como reaccionar. Quizá porque había recibido demasiada información en poco tiempo y aún la estaba asimilando… quizá porque se había colapsado de la vergüenza. Fuere como fuera, el chico aguantó el tipo y optó por la actitud más acertada: “El cliente siempre tiene la razón”, así que cerró la boca y se esfumó mientras la gente de alrededor se separaba haciéndole un pasillo.

Joyce tuvo tiempo de perdonarle la reacción, puesto que entendía que después de aquella humillación el chico no estaba en condiciones de dirigirle una sola palabra. Después de eso, volvió a su estado de conciencia sin acordarse de nada de lo que acababa de suceder. Sin comprender qué razón concreta había llevado a toda esa gente reunirse a su alrededor, llegó a imaginar que había tenido uno de sus brotes esquizofrénicos. Lo importante es que no había nadie llorando. Tampoco parecía haber alguien con ganas de dañarla físicamente. No hubiera sido la primera vez que, al cobrar conciencia, se encontraba a alguien pidiéndole perdón y besándole los pies. Concluyó (prefirió no preguntar a nadie) que hubiera pasado lo que hubiera pasado, todo el que allí había, estaba allí porque quería. Se agobió de repente y se marchó de la tienda. Dejaría lo de los vinilos de Charlston para otra ocasión.

1 Comments:

Blogger Carla said...

amo las pecas y el pelirrojo de joyce. me gusta q le encanten los vinilos.

6:37 AM  

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