Saturday, October 11, 2008

Esquela 197: De vuelta II

Todo el mundo corre y se desliza. Pero no hay fuerza de friegue. O se dice "fuerza de rozamiento"? Vuelvo a casa después de mucho tiempo, y encuentro que milagrosamente nada ha cambiado. El techo sigue sin existir, y las paredes persisten desmoronadas. Aún no han logrado ganar la batalla al viento.

La ciudad sigue tienendo las mismas calles tristes, y el frío sigue doliendo en los huesos, pero eso hace de este lugar lo que yo siempre he querido que sea y lo que siempre he sido. El fútbol es una herramienta colocada a la falda de los edificios grises. El fútbol es el corazón de la isla, y yo lo juego con mi primo lejano.

El cielo esta más gris que nunca. Un gris sorprendentemente intenso. Quizá por eso me transite tanta felicidad en forma de melancolía. Nuestros abuelos nos gritan, se acaba el espacio de juego, y cientos, miles de quilómetros más al norte, sigo estando en mi propia casa.

Las personas nos vamos difuminando, y acabamos explotando contra las rocas, convertidos en furiosas olas. Y sin saberlo, tenemos que hacerlo bien. No es nada que podamos entender; Desde el mismo instante que entro por esa puerta y me desean feliz navidad, una sierra encuentra el motivo para emerger de entre la llanura más basta. El tiempo, en los términos en los que hablamos, por fin no importa. Y yo trato de llegar a ese sitio. Despojarme de mi existencia por enésima vez, dejarme llevar por los colores y la tristeza, permitir que mis huesos se machaquen contra el yeso de las casas de los pueblos, sucumbir ante un cielo que traga pájaros cuanto más se alejan de mis ojos. Y al final del proceso, quizá ya no habrá ni palabras, solo un quejido en forma de grito sordo...

También será engullido por todo lo que no haya sido el propio grito. Y seré yo, y será el cielo, y será el agua o el sol, y siempre, siempre estaré volviendo a casa. Siempre, siempre que parta, será para regresar a casa, siempre que piense, será para regresar a la forma original, siempre que me electrice, será para regresar al hogar, a este hueco lleno de palos, y risas, y miedos. A esta cabaña.

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