Saturday, November 15, 2008

Al final del Este

SI te fueras de mi mano, si rechazara la naturaleza tu último aliento, si no dejaras la historia que acabas de posar entre mis dedos, si no hubieras existido después de haberte sentido, ciego, ser ciego, volverme ciego... hubiera sido poco.

Y si se acaba haberte sentido nada más empezarte, si me prohibes tu sendero antes de enterarme yo de que existía entre todas esas ramas... si me dices que hoy no, y que mañana tampoco...

Voy a empezar a vivir de nuevo, pero desde la no-identidad.

Me siento fuerte como la pintura del chasis de un automovil, y capaz de comprender aquello de lo que siempre me hablaron. Comprenderlo a mi manera, como lo comprende un lobo que no se va a morder la cola, y que corre al lugar más refugiado al notar que cae la noche y con ella el frío.

Y estés o no, clavada te vas a quedar en las paredes o los cielos. Lo primero que pille.

No queda tiempo para especular. lo poco que resta, en vez de tirártelo encima en forma de futuro, te lo paso por delante de la manera cortés, y te doy las gracias por hacer que me sienta de esta manera. Por fin vuelvo a contar del uno al diez, vuelvo a escuchar las conversaciones más cercanas, y vuelvo a interesarme por las novelas baratas.

Pero cuando tú no estés, volverá el letargo. Lo más probable es que te olvide con facilidad. Que amar durante una noche vuelva a ser lo facil, lo esecial y lo necesario. Olvidaré tus sensaciones en mí, porque tu antes no habrás querido interesante. Y lo voy a asumir. Nunca habré sido capaz de demostrarte nada emocionante, y, por tanto, ganaré ese premio.

Eres una verdadera locura, me haces algo que me es imposible explicar.

Quédate encima de la parte más suave de mi antebrazo, y cuélgate de mis curvas hasta que la cuota de mantenimiento aumente. Eso nunca va a pasar. Antes habremos dado cientos de paseos por la playa y habremos reventado los servicios comunitarios.

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